¿Qué es la descarbonización?

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La descarbonización es una prioridad clave en la lucha contra el cambio climático, ya que representa un enfoque estratégico orientado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a limitar su concentración en la atmósfera. En un contexto global caracterizado por una creciente sensibilidad hacia la sostenibilidad ambiental, la descarbonización se configura como un objetivo económico, ético y social. 

Con el aumento de la concienciación sobre las consecuencias de la actividad industrial y la importancia de reducir el impacto ambiental, las empresas e instituciones están reconsiderando sus estrategias energéticas. Con objetivos ambiciosos delineados en los principios del Pacto Verde Europeo, la descarbonización se convierte en un elemento clave para garantizar un futuro sostenible, posicionando a Europa e Italia a la vanguardia de la transición ecológica.

Pros y contras de la transición energética

La transición energética nos brinda una oportunidad fundamental única para hacer que la economía sea más sostenible y resiliente. Entre las principales ventajas destaca la importante reducción de las emisiones de dióxido de carbono, ya parcialmente conseguida en Italia, donde se registró una caída del 2,8 % en 2022. Las inversiones en fuentes renovables, como la solar, la eólica y la biomasa, no solo mitigan el impacto ambiental, sino que también crean nuevos empleos en sectores verdes. Además, la transición a una economía circular promueve el uso eficiente de los recursos, reduce los residuos y estimula la innovación tecnológica.

Sin embargo, la transición energética también presenta desafíos importantes. Un aspecto crítico es la elevada inversión inicial necesaria para desarrollar infraestructuras y tecnologías sostenibles, que puede suponer una pesada carga para los gobiernos y las empresas, especialmente en las economías más frágiles. Los cambios en el panorama energético pueden generar desempleo en los sectores tradicionales, lo que genera tensiones sociales y requiere programas de reciclaje profesional. Por último, las políticas de sostenibilidad deben hacer frente a resistencias culturales y estructurales, para garantizar que la transición se lleve a cabo de forma justa e inclusiva.

El papel de las energías renovables en la transición ecológica

Las energías renovables desempeñan un papel clave en la transición ecológica y son una de las formas más prometedoras de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover un futuro sostenible. A diferencia de los combustibles fósiles, estos recursos se renuevan de forma natural a través de procesos como la luz solar, el viento, el agua y el calor geotérmico, evitando el riesgo de que se agoten. Para reducir las emisiones de combustibles fósiles, hay varias opciones disponibles:

  • Sustituir el carbón y el petróleo por gas natural y biogás.

  • Utilizar fuentes renovables para la producción de energía sostenible.

¿Qué es la descarbonización?: su significado

La descarbonización es un proceso destinado a reducir progresivamente el uso de carbono, especialmente en forma de combustibles fósiles, en las actividades humanas. Este proceso implica una transición hacia fuentes de energía limpias y renovables, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica. Para alcanzar el objetivo de la descarbonización es necesario adoptar diversos métodos y estrategias que reduzcan progresivamente las emisiones. Cada entidad puede emprender diferentes caminos, dando prioridad a actividades como la renovación energética, el uso de energías renovables y los sistemas de compensación de emisiones. 

Un aspecto clave de la descarbonización es la aceleración del uso de biocombustibles y combustibles descarbonizados, que pueden sustituir al menos parcialmente a los combustibles fósiles. Estos nuevos combustibles son compatibles con los sistemas de cogeneración existentes. Esta transición no solo ayuda a cumplir con la normativa, sino que también ofrece oportunidades para que las industrias desarrollen productos parcialmente descarbonizados.

Por qué es importante la descarbonización

En los últimos dos siglos, las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad humana han aumentado drásticamente, contribuyendo a un aumento de la temperatura global de alrededor de 1,1 °C en comparación con el período preindustrial. Aunque este cambio parezca mínimo, las consecuencias son evidentes y cada vez más graves. Los efectos más preocupantes del cambio climático incluyen:

  • Pérdida de glaciares, capas de hielo y permafrost.

  • Calor extremo y aumento de las olas de calor.

  • Lluvia extrema.

  • Tormentas extremas y ciclones tropicales (huracanes).

El impacto del cambio climático es generalizado e incluye la escasez de agua, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos y la pérdida de biodiversidad. Estos problemas no solo amenazan los ecosistemas, sino que también tienen graves consecuencias para la salud humana y la economía. Las comunidades vulnerables, que suelen ser las que menos contribuyen a las emisiones globales, son las más afectadas: los países en desarrollo y los países insulares de baja altitud están sufriendo los efectos devastadores de los fenómenos meteorológicos extremos.

¿Cuáles son los pilares de la descarbonización?

Descarbonizar significa reducir la extracción y el uso de combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón y el gas natural, en sectores clave como la generación de energía, el transporte, la industria y la calefacción doméstica e industrial. Las organizaciones tienen distintas opciones para formular una estrategia de descarbonización, dependiendo de qué solución se adapte mejor a su modelo de negocio, de las oportunidades disponibles y de la viabilidad de la implementación. Entre las principales tecnologías que se pueden adoptar, destacan:

  1. Transición hacia la energía renovable: la descarbonización empieza con una revisión fundamental del sistema energético, trasladando el foco de atención de los combustibles fósiles a un compromiso total con las fuentes limpias y renovables. Esto incluye tecnologías como la fotovoltaica, la eólica, la hidroeléctrica, la mareomotriz, la geotérmica y las biomasas. Esta transición puede llevarse a cabo instalando sistemas de generación de energía renovable en las plantas propias o mediante contratos de suministro de energía con proveedores de energía renovable.

  2. Mejorar la eficiencia energética: un elemento clave de la transición energética es la optimización del uso de la energía, reduciendo las necesidades energéticas para alcanzar los mismos objetivos. Las posibles estrategias incluyen mejorar el aislamiento de los edificios, elegir electrodomésticos de alta eficiencia energética, adoptar tecnologías de calefacción innovadoras y una gestión inteligente de los edificios mediante sistemas digitales. El uso de programas avanzados de software para el control del rendimiento permite detectar las ineficiencias. Además, a la hora de actualizar los equipos, es fundamental elegir tecnologías que consuman menos energía.

  3. Electrificación de la movilidad: la electrificación implica sustituir tecnologías alimentadas por combustibles fósiles por soluciones que utilizan energía eléctrica, que se considera más limpia y sostenible. Esta transición afecta a distintos ámbitos, entre ellos la calefacción, la refrigeración, la ventilación, el transporte y la producción industrial, fomentando el uso de vehículos eléctricos, desde los coches eléctricos hasta las bicicletas eléctricas y los autobuses alimentados por baterías.

  4. Creación de comunidades energéticas: estas comunidades representan un nuevo enfoque colaborativo en el que un grupo de personas o entidades unen sus fuerzas para producir, gestionar y consumir energía procedente de fuentes renovables. Las comunidades energéticas se configuran como entidades jurídicas, lo que permite a sus participantes compartir beneficios económicos, como un menor coste energético y la capacidad de vender el excedente de energía, así como beneficios sociales y ambientales, contribuyendo de este modo a la sostenibilidad y a la lucha contra el cambio climático. En Italia, en 2023 ya existían 54 comunidades energéticas en marcha y otras cien en fase de desarrollo.

  5. Invertir en la economía circular: para apoyar el proceso de descarbonización, es fundamental minimizar los residuos y maximizar el uso de los recursos. Los principios de la economía circular ofrecen un enfoque fundamental para reducir la contaminación y promover la sostenibilidad.

  6. Implementación de un procedimiento de gestión de las emisiones residuales: es necesario implementar estrategias para su eliminación, utilizando tanto procesos naturales como tecnologías innovadoras. Entre ellas, la captura y el almacenamiento de dióxido de carbono (CAC) permite atrapar las emisiones de distintos procesos antes de que lleguen a la atmósfera y luego almacenarlas de forma segura bajo tierra. Otra tecnología prometedora es la captura directa del aire (DAC), que utiliza equipos para absorber el dióxido de carbono del aire y eliminarlo de la atmósfera.

¿Qué tecnologías se pueden utilizar para la descarbonización?

Hasta la fecha, la cogeneración es una solución eficiente que, gracias al uso de gas natural, permite una mayor eficiencia energética que la producción separada de electricidad y calor, reduciendo así las emisiones. Con la progresiva integración de biocombustibles, como el biogás, el biometano y el hidrógeno, su impacto ambiental será aún menor, convirtiéndose en una solución cada vez más sostenible. 

Además de la energía fotovoltaica, se pueden adoptar muchas otras soluciones para lograr este objetivo. Por ejemplo, la energía eólica utiliza la fuerza del viento para generar electricidad sin emisiones de CO2, mientras que la energía geotérmica utiliza el calor de la tierra para producir energía limpia. Las soluciones de eficiencia energética, como las redes eléctricas inteligentes (smart grids) y las bombas de calor, también contribuyen a la descarbonización, ya que reducen la dependencia de los combustibles fósiles.

Además, la captura y el almacenamiento de carbono (CAC) y el hidrógeno verde son soluciones emergentes que podrían desempeñar un papel clave en la reducción de las emisiones industriales y en la descarbonización de sectores difíciles de electrificar. Si bien todas estas tecnologías tienen beneficios significativos, es importante señalar que algunas presentan limitaciones, como la necesidad de una infraestructura adecuada, costes iniciales elevados y, en algunos casos, impacto ambiental relacionado con la producción y eliminación de las tecnologías.

¿Cogeneración o energía fotovoltaica?

La creciente concienciación sobre las cuestiones relacionadas con la descarbonización está transformando el mercado energético. Hoy, las soluciones energéticas solicitadas ya no tienen como único objetivo la eficiencia y la consiguiente ventaja económica y competitiva —como sucedía en el pasado—, sino que se centran cada vez más en la reducción del impacto ambiental y la huella de carbono. 

En este contexto, la cogeneración sigue desempeñando un papel estratégico: la clave del éxito reside en integrarla en un sistema energético híbrido, que maximice la contribución de las distintas fuentes de energía renovables. La cogeneración no puede ser reemplazada completamente por ninguna otra tecnología disponible en la actualidad y responde a muchos de los problemas que presentan otras fuentes de energía renovables: 

  • La energía fotovoltaica, por ejemplo, tiene limitaciones debido a la producción intermitente, las cuales solo pueden mitigarse en parte utilizando baterías de almacenamiento. Además, tampoco puede satisfacer las necesidades térmicas a no ser que se combine con otras tecnologías, como las bombas de calor. 

  • Las celdas de combustible, en cambio, requieren un funcionamiento continuo con una potencia estable y temperaturas elevadas y, por lo tanto, no son adecuadas para un funcionamiento flexible, con potencia variable o con encendidos y apagados frecuentes.    

Desde la perspectiva de la descarbonización, también es importante acelerar el uso de biocombustibles y de combustibles descarbonizados en lugar de los combustibles fósiles. Los sistemas de cogeneración de AB, ya preparados para funcionar con biocombustibles, están listos para aprovechar esta oportunidad de forma generalizada, tan pronto como la nueva generación de combustibles se extienda a gran escala. De esta forma, no solo será posible responder a restricciones como las que impone el Régimen de comercio de derechos de emisión (ETS, por sus siglas en inglés), sino también permitir a la industria producir productos parcial o totalmente descarbonizados

La complejidad de las soluciones energéticas requiere un enfoque integrado, como el que hemos decidido adoptar. Gracias a un avanzado sistema de optimización de los recursos energéticos programables, podemos maximizar el beneficio de diferentes tecnologías como la cogeneración y la trigeneración, la fotovoltaica, las baterías, las celdas de combustible y las bombas de calor, dando prioridad a las fuentes renovables no programables, gestionando el almacenamiento de energía de forma compatible con los equipos consumidores y garantizando eficiencia y flexibilidad. 

Por ejemplo, los paneles fotovoltaicos integrados con el cogenerador ECOMAX® permiten una mayor eficiencia en la producción energética: gracias al software ABptimizer, es posible cubrir las necesidades de electricidad de la empresa utilizando energía fotovoltaica renovable, cuando esté disponible, modulando el cogenerador para la producción únicamente de energía térmica. Cuando la producción de energía fotovoltaica no es posible, el cogenerador puede funcionar a pleno rendimiento produciendo tanto electricidad como energía térmica. Además, un sistema fotovoltaico es una tecnología de impacto cero con un tiempo de funcionamiento esperado de más de 30 años y unos costes de mantenimiento casi nulos. 

En resumen, la estrategia actual de AB no se centra únicamente en la unidad de cogeneración, sino que integra una cartera de soluciones que permiten a los clientes reducir los costes energéticos a través de un ahorro de energía primaria (Primary Energy Savings) y descarbonizar sus procesos.  Este enfoque holístico nos permite aprovechar nuevas oportunidades en el ámbito de la transición energética, reduciendo el uso de energía primaria y disminuyendo las emisiones que alteran el clima.  

Acuerdos de descarbonización vigentes

En los últimos años, los esfuerzos internacionales para descarbonizar han cobrado impulso, apoyados por iniciativas como la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. Gracias a las cumbres internacionales sobre el clima y a acciones concretas, se ha conseguido una reducción significativa de las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, para alcanzar objetivos ambiciosos como las emisiones netas cero para 2040, es esencial redoblar los esfuerzos.

El Acuerdo de París, firmado en 2015 por 196 partes, representa un compromiso colectivo crucial en la lucha contra el cambio climático, con el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), alcanzar este objetivo aún es posible, pero requiere una acción coordinada y decisiva. Los expertos advierten de que las emisiones globales de gases de efecto invernadero tendrán que reducirse drásticamente en los próximos ocho años y que las medidas de reducción actuales no son suficientes.

Además, el 14 de julio de 2021, la Comisión Europea lanzó oficialmente el Pacto Verde Europeo, un acuerdo que involucra a todos los Estados miembros de la UE y que establece dos objetivos principales:

1. Reducir las emisiones de CO2 en un 55 % para 2030.

2. Lograr la neutralidad de carbono para 2050.

Este acuerdo pretende alcanzar objetivos ambiciosos pero factibles, como cero emisiones de gases de efecto invernadero y un crecimiento económico independiente del uso de combustibles fósiles. Los objetivos secundarios son igualmente importantes, ya que se espera que creen nuevos puestos de trabajo, reduzcan la dependencia energética de países fuera de la UE y aumenten la biodiversidad, contribuyendo al mismo tiempo a mejorar la salud y el bienestar de los ciudadanos. 

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